Es posible que para, muchos usuarios escuchar, que su smartphone carga con una potencia de 5 o 15W no signifique nada. Es normal; es un dato técnico que, a priori, no tienen por qué conocer. Pero seguro que sí les interesa que, cuando conecten su dispositivo a la corriente eléctrica, puedan llenar su batería en el menor tiempo posible. Es precisamente a eso a lo que se refiere esta cifra; cuanto más alta, menos tardan en cargar.
Con y sin cable
Ni todos los teléfonos tienen la misma capacidad ni la carga es igual de rápida con todos los cargadores. Lo cierto es que, hasta ahora, cuando se decidía utilizar uno inalámbrico, la tarea podía hacerse eterna comparando con uno tradicional: el estándar utilizado por la mayoría de modelos, el Qi, ofrece una potencia de 7,5W, frente a los 120W que ya contemplan algunos teléfonos por cable. Es algo que va mejorando poco a poco, y prueba de ello es que en las últimas semanas se ha lanzado una segunda versión de este estándar de carga inalámbrica que alcanza los 15W. Curiosamente, emplea el mismo sistema de imanes que los iPhone (la tecnología Apple MagSafe), aunque en este caso es válido también para terminales Android. La clave está en que dispositivo y cargador quedan firmemente unidos por los imanes, por lo que la pérdida de energía es residual.
Denominada Qi2, esta tecnología se ha integrado ya en los primeros cargadores compatibles. Y ojo, que para poder disfrutar de ella los dispositivos tienen también que estar preparados: los últimos iPhone y los dispositivos Android de gama alta que se están anunciando estas semanas, lo son.
¿Es realmente tan rápida?
Para comprobarlo he utilizado uno de los primeros cargadores portátiles con certificación Qi2: Anker MagGo 3 en 1. En este caso, un dispositivo plegable pensado para terminales Apple que, además de para el smartphone, sirve también para auriculares y para el reloj inteligente de la firma de la manzana.
¿De cuánto tiempo de carga hablamos? Normalmente, enchufo mis dispositivos a la corriente cuando todavía tienen algo de autonomía y, durante las pruebas de este cargador, he seguido la misma costumbre. Pongo el ejemplo de mi teléfono, en este momento un iPhone 15 Pro. Partiendo de un 10% de batería restante, con la tecnología Qi2 ha tardado 40 minutos en llenarse hasta el 50% y, para el 100% hay que esperar 1 hora y 50 minutos. Es aproximadamente la mitad de tiempo de lo que tardaba con un cargador inalámbrico Qi. Aun así, sigue siendo mucho más rápido utilizar el cable: con el cargador de la propia Apple, que admite una potencia de 20W, la batería alcanza el 50% en 30 minutos y está llena en menos de una hora. Y no son los más rápidos del mercado ni mucho menos.
Lo que me ha gustado de la experiencia es que, como hay mucha menos pérdida de energía que antes, la batería no se recalienta en absoluto. Y esto es un gran punto a favor para alargar su vida útil.
¿Qué otros cargadores hay ya compatibles con Qi2?
Además de este cargador, Anker ya cuenta en su catálogo con distintos modelos compatibles con Qi2 en función de los dispositivos que se vayan a cargar e, incluso, una batería inalámbrica portátil con este estándar. No es, por supuesto, la única firma que ya lo ha adoptado. Belkin, una de las referentes en este sector, tiene ya múltiples formatos para uno, dos o tres dispositivos. Entre ellos, destaca el BoostCharge Pro, que convierte el teléfono en un reloj de mesilla mientras se carga; una idea muy similar a la de Nomad con su Stand, caracterizado a su vez por su cuidadísimo diseño.
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