Pável Dúrov, fundador de Telegram, fue finalmente imputado formalmente este miércoles por la justicia francesa. Los varios cargos van del blanqueamiento de crímenes a complicidad en la difusión de imágenes pedófilas y todos se basan no haber controlado presuntas actividades delictivas que ocurrían en la plataforma y no haber colaborado con las autoridades.
El movimiento francés es una nueva evolución en el acecho a las plataformas de internet y el contenido que permiten: acusar penalmente al presidente ejecutivo de lo que los usuarios hacen en su app marca una nueva era. Los cargos que afronta Dúrov, en libertad bajo fianza de 5 millones de euros y la prohibición de salir de Francia, podrían sumar hasta 10 años de cárcel. Dúrov, de 39 años, tiene pasaportes ruso, francés y emiratí.
EL PAÍS ha consultado a seis académicos europeos que han investigado Telegram acerca de su opinión de los cargos y otros arrestos similares en el futuro. Sin entrar a valorar con detalle el valor de la decisión jurídica, hay un consenso claro sobre las actividades oscuras que Telegram permite y que es un cambio de era para la actitud de estas compañías con las autoridades, sobre todo en Europa. “Es la primera vez que vemos detenido a un presidente ejecutivo de una gran plataforma no específicamente dedicada al crimen”, dice Aleksandra Urman, investigadora de la Universidad de Zúrich. “Otros podrán sentir que ya no son inmunes a ser considerados personalmente responsables por lo que ocurre en sus plataformas”, añade.
La detención, interrogatorio y acusación de Dúrov es una advertencia sobre las consecuencias que puede tener la manga ancha, sin que las líneas rojas estén muy claras. El antecedente más importante es Silk Road, el Amazon de las drogas de principios de la década pasada. Su creador, Ross Ulbricht, fue detenido por el FBI en 2013 y cumple cadena perpetua en EE UU. Telegram es obviamente muy distinto, pero búsquedas simples como “Madrid comprar” o “Barcelona comprar” producen multitud de canales para comprar drogas.
“Si las preguntas son si se distribuyó pornografía infantil en la plataforma, si se usó para la comunicación de bandas criminales organizadas o si se usó para vender drogas, la respuesta a las tres es sí. También está bastante claro que la plataforma no ha hecho lo suficiente para combatir estos problemas”, añade Urman, que ha investigado las sombras de la plataforma.
Las actividades que Telegram permite son en realidad un secreto a voces en algunos países europeos. Aunque la sorpresa inicial por la decisión francesa de detener a un millonario, los motivos detrás y el malestar con Telegram era evidente: “El servicio de inteligencia alemán está muy al tanto de la evidencia”, dice Maximilian Zehring, investigador de la Universidad Técnica de Ilmenau (Alemania). “Saben lo que está pasando, conocen las pruebas, pero las acciones concretas o no son posibles, debido a la falta de respuesta de Telegram, o van demasiado lentas. Veremos cómo evoluciona, pero lo que pasa en Telegram ha sido un secreto a voces”, explica Zehring.
La nueva legislación europea es uno de los motivos por los que los líderes tecnológicos tendrán que ir con más cuidado con lo que ocurre en sus plataformas: “Debería quedar claro para los líderes de otras plataformas que los estados en Europa están tomando más en serio su responsabilidad y buscan responsabilizar a los dueños por no cumplir con las leyes o por no erradicar el comportamiento delictivo en sus plataformas”, dice Tanya Lokot, profesora de la Universidad Ciudad de Dublín (DCU en sus siglas en inglés).
Aunque es difícil pensar por ahora en futuros arrestos de figuras concretas, la sensación de que sobre todo en Europa las cosas han cambiado es inevitable. “Puede pensarse que la detención, seguida de una gran cobertura mediática, tenía como objetivo hacer que los líderes de las plataformas se tomen en serio las regulaciones del DSA y TCO [siglas en inglés de la Ley de Servicios Digitales y la regulación del Contenido Terrorista Online, ambas europeas]. En nuestro trabajo en el proyecto de investigación TATE [Tecnología en Contra del Terrorismo en Europa], he escuchado a pequeños proveedores de plataformas decir que ya sentían cierta presión por estas nuevas regulaciones incluso antes de la detención [de Dúrov]”, explica Heidi Schulze, investigadora de la Universidad de Munich.
Palabra de fiscal
En su informe sobre Dúrov, la fiscal de la República francesa, Laure Beccuau, explica cómo la aparición de Telegram en distintos casos abiertos sobre “pedofilia, tráficos y odio online” y la “casi total” falta de respuesta de la compañía, les llevó a abrir la investigación en febrero de 2024. Es todo muy reciente. Francia además consultó su preocupación con otros países europeos, que compartieron su preocupación, “sobre todo Bélgica”, añade.
🚨 Pavel Durov, Telegram founder, has been indicted in France for aiding illegal transactions, obstructing law enforcement, and money laundering in an organized gang.
He is under judicial control with €5M bail and travel ban. pic.twitter.com/fmN8qc5PEW
— Baptiste Robert (@fs0c131y) August 28, 2024
Europa también lleva años sintiéndose despreciada por plataformas que tienen su sede en otros países, sobre todo en EE UU. Aunque Telegram esté en Dubai, su desafío a la hora de colaborar ha sido incluso mayor. “A diferencia de Silicon Valley, donde los gigantes tecnológicos suelen ser más cooperativos y son responsabilizados regularmente por contenido problemático, el caso de Dúrov resalta las posibles consecuencias de desafiar las reglas”, dice Mónika Simon, investigadora de la Universidad de Amsterdam.
“No me sorprendería si lo mismo le sucediera a otros líderes que se nieguen a colaborar con las solicitudes de las fuerzas del orden”, dice Savvas Zannettou, profesor de la Universidad Tecnológica de Delft (Holanda). “La UE quizá esté tratando de mostrar a otros líderes que, si no toman esto en serio o no cooperan, podrían afrontar consecuencias, siendo ellos responsables del daño que pueda surgir del uso de sus servicios”, añade.
El foco está hoy sobre Telegram, pero no es obviamente el único lugar lleno de sombras de internet. De momento, la diferencia está en los esfuerzos de colaboración, pero el panorama digital sigue creciendo con cada vez más oferta: “¿Es Telegram la única plataforma donde se venden drogas o se difunde pornografía infantil? La respuesta es definitivamente no. Lo mismo ocurre en Instagram, Facebook, WhatsApp o X [antes Twitter], aunque la escala puede variar”, dice Urman. “El uso de estas otras plataformas por el público en general en la UE sea simplemente mucho mayor, por lo que, mientras que Telegram podría ser vista como una plataforma ‘principalmente de drogas, discursos de odio y otros crímenes’ en la UE, otras plataformas serían vistas como ‘principalmente comunicación normal, y algo de crimen’. Las otras plataformas son también más transparentes sobre sus prácticas de moderación”, añade.
Este caso debe tener en cuenta que la acción francesa no está libre de riesgos: el revuelo y la atención mediática han convertido a Dúrov en una figura que puede pretender erigirse como mártir de la libertad de expresión y de los gobiernos sobreprotectores. “No estoy tan segura de que arrestar a Dúrov haya sido una decisión acertada, ya que la percepción del público, que está acostumbrado a ver a Dúrov como un defensor de la libertad de expresión, podría afectar cómo ven las acciones de Francia como anti-libertad de expresión, sin importar cómo de sólidas sean legalmente las acusaciones”, dice Tanya Lokot.
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