Las alarmas saltaron ayer: la explosión de un teléfono móvil que se estaba cargando durante la noche encima de un sofá fue el origen del reciente incendio en Guillena (Sevilla) en el que murieron cuatro personas. ¿Qué pasó exactamente? ¿Cargar la batería del smartphone supone un riesgo real? Los expertos coinciden al afirmar que la probabilidad de que esto ocurra es remota, aunque diversos factores como el sobrecalentamiento o la carga excesiva, el uso de cargadores de baja calidad, un fuerte impacto, el calor intenso o los fallos internos del teléfono sí pueden aumentar las opciones de que se produzca un incendio o una explosión.
La clave está en el material en el que están fabricadas actualmente las baterías no solo de los móviles, sino prácticamente las de todos los dispositivos que utilizamos de forma habitual: tablets, eReaders, ordenadores, patinetes y bicis eléctricas… Se trata del litio, un material que conduce la electricidad de manera excelente, pero que a su vez es muy sensible térmicamente, llegando a calentarse o incendiarse en circunstancias concretas. La cuestión es obvia: ¿qué podemos hacer para que no ocurra y prevenir este tipo de accidentes?
Baterías con protección
Lo cierto es que prácticamente todos los fabricantes incluyen tecnologías y herramientas que ayudan a proteger las baterías para evitar su sobrecalentamiento y que no se deterioren tan rápidamente. Están especialmente indicadas para cuando la carga se realiza durante la noche: básicamente lo que hacen es que, al llegar a un porcentaje de carga determinado —lo habitual es el 80% o el 85%—, el proceso se detiene para reducir la temperatura.
Para asegurarse de que esta opción se encuentra activada, hay que acudir a los ajustes del dispositivo. En el iPhone se encuentra dentro de la opción Batería y, ahí, Carga optimizada; y en los Android en la opción Ahorro de batería y, a continuación, Batería inteligente. Además de tener activada esta función, ¿qué otras medidas se pueden tomar para proteger la batería mientras se carga? Estas son las principales:
Utilizar siempre cargadores originales o de marcas conocidas. Es importante que cumplan con los estándares de seguridad y, además, desecharlos si se han deteriorado (por ejemplo, si el cable se ha pelado).
Desconectar el móvil de la corriente cuando esté totalmente cargado. Uno de los factores que hace que aumente más la temperatura de la batería es cuando continúa enchufado y ya se ha alcanzado el 100%. Además, los expertos recomiendan la regla del 20-80 para minimizar la degradación de este componente y alargar su vida útil. Básicamente, consiste en impedir que se descargue por debajo del 20% e intentar no cargarla por encima del 80%, evitando así las llamadas zonas de tensión, que aceleran la degradación de la batería debido a que son menos eficientes, requieren más energía y generan más calor.
No cargar nunca los dispositivos sobre superficies inflamables como telas o papeles, ya que se incendian fácilmente y, en el hipotético caso de que surja algún problema con la batería, provocan que el fuego se extienda a gran velocidad. Por tanto, mejor siempre sobre una mesa.
Evitar exponer a los dispositivos a temperaturas extremas. De hecho, el calor es uno de los factores que más afectan a este componente, tanto del teléfono como de cualquier otro dispositivo: repercute en su vida útil, su capacidad de carga y puede provocar el deterioro de la pantalla o la placa. En las fichas técnicas de todos los dispositivos se recogen sus temperaturas óptimas de funcionamiento, que suelen oscilar entre 0 y 40 grados.
Cargar el móvil a una temperatura de entre 16 y 22 grados, y nunca hacerlo bajo los rayos del sol, próximo a fuentes de calor —los radiadores en invierno, por ejemplo— o en cualquier otro lugar donde la temperatura sea elevada.